Nutrición:Sodio



El cuerpo utiliza el sodio para regular la presión arterial y el volumen sanguíneo. El sodio también es crucial para el funcionamiento de músculos y nervios.

Fuentes Alimentarias
La forma más común de sodio es el cloruro de sodio o sal de cocina.
Vale la pena aclarar que el sodio que ingerimos en la alimentación habitual procede del contenido en el propio alimento, es el sodio de constitución; y el cloruro sódico (sal común) que añadimos en la mesa o en la cocina, es sodio de adición.
El sodio se encuentra en forma natural en la mayoría de los alimentos. La leche, la remolacha y el apio también contienen sodio en forma natural, como el agua potable, aunque la cantidad varía dependiendo de la fuente.
También se le añade a diversos productos alimenticios, algunas de cuyas formas son: glutamato monosódico, nitrito de sodio, sacarina de sodio, polvo para hornear (bicarbonato de sodio) y benzoato de sodio. Estos elementos son ingredientes en condimentos y aliños, como la salsa de soja, la sal de cebolla, la sal de ajo y los cubos de caldo concentrado.
Las carnes procesadas como los embutidos y el jamón, al igual que las sopas y verduras enlatadas son todos ejemplos de alimentos que contienen sodio agregado. Por lo general, las comidas rápidas tienen un alto contenido de sodio.

Recomendación Diaria
El sodio en la dieta se mide en miligramos. La sal de cocina contiene un 40% de sodio, por ejemplo una cucharada pequeña de sal de cocina contiene 2300 mg de sodio.
Los adultos deben limitar la ingesta de sodio a 2300 mg por día, mientras que los individuos que sufran de hipertensión arterial no deberían consumir más de 1500 mg/día. Aquellas personas que padezcan insuficiencia cardíaca congestiva, cirrosis hepática y nefropatía pueden necesitar cantidades mucho más bajas.

En el caso de los deportistas, las necesidades diarias de sodio son muy variables en relación con las pérdidas ocurridas, particularmente por el sudor, la orina o las heces, así, las personas que realizan ejercicios físicos prolongados, especialmente en climas cálidos, sufren grandes pérdidas y corren el riesgo de agotar sus reservas en sangre, manifestándose un cuadro sintomático caracterizado por calambres musculares y el llamado “golpe de calor”, expresado en una debilidad extrema, agotamiento, cefalalgia, mareo, nauseas, sudoración profusa, confusión, marcha tambaleante y finalmente pérdida del conocimiento, pudiendo llegar hasta la muerte.
Una práctica generalizada para contrarrestar esta pérdida ha sido la ingestión de tabletas o comprimidos de cloruro de sodio o incluir esta sal en los líquidos que se ingieren, sin embargo, el organismo en entrenamiento deportivo puede lograr el ajuste de sus mecanismos homeostáticos de una manera progresiva por incremento de la secreción de la hormona aldosterona, de tal manera que la pérdida de la sal sería una fracción pequeña de la acaecida antes de lograr la forma deportiva, especialmente si se alcanza el esfuerzo máximo de manera gradual y no en una primera sesión de entrenamiento.

No existen recomendaciones específicas con relación a la ingestión de sodio en bebés, niños y adolescentes. Los hábitos de alimentación y las actitudes acerca de los alimentos adquiridos durante la infancia muy probablemente van a influenciar los hábitos alimentarios de por vida, razón por la cual se sugiere un consumo moderado de sodio.

Fuente: Medline Plus Biblioteca Nacional de Medicina de EE.UU., Institutos Nacionales de la Salud, http://www.efdeportes.com/efd50/mineral.htm

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